Bangkok- Mandalay

Ducha refrescante, desayuno “diferente”: batido de chocolate, croissant y “mini- huevos Kinder”, mochilas cerradas y…vaaamos!!

Son las 6 de la mañana y tenemos que llegar al สนามบินมุ้ยดง (Aeropuerto Dong Mui) desde donde sale nuestro vuelo a Mandalay.
Llegamos a la esquina del hotel y un taxista giró por nuestra calle. Dijo que nos llevaba y puso en marcha el taxímetro, “muy importante”.
Llegamos en menos de 30 minutos, porque fue volando!

El aeropuerto no está mal. Tiene moqueta y un pasillo largo lleno de tiendas. También una zona con varios “puf” donde nos tiramos. Salimos sin retraso, a las 9.15.

En Birmania hay 30 minutos de diferencia con respecto a Bangkok. Llegamos a las 10.30 hora local. Al llegar, nos vino a buscar una guagua años 80 que nos llevó hasta la Terminal, a pesar de ser pequeño el aeropuerto. Pasamos el control, nos paramos en la única oficina de cambio que había, pasamos otro control de “objetos que declarar” (nos habían dado una ficha en el avión, pero no escribes nada y ya está) y salimos: BIENVENIDOS a Birmania !!

Al salir, se produce un asalto de taxistas, pero si se continúa y se va a los mostradores, es tranquilo y más organizado. Los precios han aumentado con repecto a lo que decía la guía Lonley Planet: el trayecto costó 12000 Kiat, el taxi privado (y 4000 x persona, si lo hubiéramos compartido). Antes parece ser que costaba 10000 Kiat! Así que contratamos un taxi privado. El chico nos acompañó hasta la puerta, donde había otro señor que nos acompañó a su vez hasta el coche.

La distancia hasta la ciudad es de 45 Km. El camino da impresión, porque la carretera está vacía y se ve una larga explanada a ambos lados, con cultivos de girasol y pagodas lejanas. El taxista pagó un peaje poco después del aeropuerto de 300 Kiat, imaginamos incluido ya en el precio.

myanmar

Al acercarnos a la ciudad, se empezó a notar el tráfico y sobre todo, que el conductor no dejaba de tocar la pita. Más tarde descubriríamos que no era el único..¡Qué locura!

Llegamos a nuestro hotel. La fachada está destrozada y abandonada, pero trás pasar un pequeño pasillo, se llega a un “oasis” verde y tranquilo.

Hicimos el chekin, dejamos los trastos y salimos a buscar la oficina donde comprar el billete para el barco de mañana hacia Bagán. Visto el jaleo y el calor que hacía, decidimos coger el taxi que esperaba en la puerta del hotel y ya después subir andando (teníamos prisa porque cerraba la oficina). Pensamos que nos pedía 500 Kiat y resulta que no, que eran 5000 por llevarnos cerca del río!! (a 10 minutos como máximo)

La oficina parecía salida de otra época. Estaba situada en una casa dentro de un jardín. Estaba dividida en tres salas, todas de madera. el chico que nos atendió, miraba de reojo a su jefe, sentado en otra mesa, escribiendo con una máquina de escribir. El chico tenía toda la boca (dientes, encías) manchadas de rojo, como si le saliese sangre…

billetes

Pero descubrimos que es por masticar “betel” cuyo fruto es una especie de baya pequeña que pinta toda la boca. Después lo escupen, y efectivamente por el camino vimos los “restos” de esta costumbre por el suelo.

El “slow boat” sale de Mandalay los miércoles y domingos, a las 5.30 y el precio fue de 15$.

Para llegar al hotel, subimos por la 86th, atravesando el mercado. Los puestos se dividen según la mercancía: arroz, fruta, pescado seco que huele muy fuerte. Es una experiencia, porque está repleto, además algún camión viejo quiere pasar y no cabe.

frutagatos

Llegamos a la plaza del reloj (que efectivamente tenía un reloj) y subimos derechitos por nuestra calle, la 26th.

Cruzar la calle se convirtió en una aventura: coches, motos, camiones, furgonetas, carritos del mercado, peatones, todos se cruzaban entre sí y ninguno frenaba, había que aprovechar los momentos de más calma!!

Después de comer en el hotel (caro, pero silencioso y cómodo!) una tortilla de jamón y queso y un plato de noodles de arroz y verduras (4 $ cada uno), el agua nos la regalaron, tuvimos un dilema, ¿qué hacer, ir a dormir, o aguantar hasta las 20h para ir a la cama? Después de cotillear un rato Internet, descansar 5 minutillos en las hamacas del hotel, decidimos seguir despiertos y acostarnos temprano. Así que volvimos a salir del hotel, y esta vez fuimos hacia arriba.

Nos encontramos con un parque-palacio enorme, rodeado por un foso lleno de agua. Es inmenso, y como solo tiene una entrada, no llegamos hasta ella.

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Caminamos un poquito y vimos a mucha gente que hacía ejercicio en unas máquinas de ejercicio suave que estaban colocadas en la avenida. Fue divertido sentarnos un rato y ver a la gente pasar. La luz era bonita, pero lo peor de todo era el tráfico, insoportable.

Teníamos que buscar un supermercado, otra aventura, o mejor dicho, casi una misión imposible!

Pasamos por la estación de tren, había uno llenándose poco a poco. Tal vez iba para Yangon, no sabemos. Era de madera, con compartimentos de 1ª y de 2ª clase, cuya única diferencia visible es que se podían recostar un poco más. Era curioso observar a la gente por la ventana y también el ambientillo de la estación, con corros de gente sentadas en el suelo.

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Empezaba a oscurecer, pero ya cerca de la estación, a mano izquierda, encontramos un “centro comercial de 3 pisos” y en el de abajo había un gran supermercado, donde compramos agua, un melón y el desayuno para mañana. Por fuera, en un horno de pan, compramos la cena, unos bollitos rellenos de carne seca y otros con salchicha. Las bolsas de bollitos costaron 600 Kt cada una.

Se hizo de noche, así que al volver tuvimos mucho cuidado, ya que tuvimos que ir por la carretera, las aceras eran casi inexistentes. Llegamos a “nuestro oasis” y pedimos un taxi para las 4.30 y despertador a las 4h. También nos dijeron que nos prepararían un desayuno para llevar. Cotilleamos Internet, ducha, cerrar la mochila y a la cama! La tele tenía algún canal internacional, pero no vimos nada que nos gustase, así que preferimos roncar. Eran las 21 y estábamos cansaditos!!