11/ 04/2007

Estamos de regreso del oasis Erg Chebbi, cuyo nombre correspondía a la duna más alta, de 160 m, y encontrar las palabras exactas para describir mis sentimientos me resulta muy difícil. Han sido muchas emociones juntas, asombro, alegría, agobio y “miedo” de caerme del camello, porque estaba muy pachucho y no quería caminar. Hemos pasado dos días en el oasis muy especiales, hemos podido incluso comer la famosa “pizza del desierto” cocinada en la arena!
Como es periodo de tormentas, salimos de noche, cuando el aire se calma un poquito. Teníamos a nuestro guía especial, Rashid, y María también estuvo guiando a los camellos un ratito. La verdad es que la sensación es extraña, porque pierdes la orientación y te dejas llevar por el paisaje, siempre bajo las estrellas, Íbamos despacio.

Dormimos en las tiendas de los guías, cubiertos con mantas de lana gorditas. Allí vive sólo una familia, que nos enseñaron a sacar el agua del pozo. Me sorprendió como atan la pata a los camellos, dejándolos literalmente a la pata coja, para evitar que se escapen.  Lo más hermoso, el amanacer sobre las dunas! (altísimas) y el momento de reunión para las comidas, alredeor de las mesas bajas sentados en la arena. Lo peor, el agobio por el calor y el verse rodeado de arena durante las horas del mediodía (luego pasa!!)