Barco hacia Bagán

Arriba, arriba, nos vamos a Bagán!!
A las 4.30 estábamos en la recepción, con nuestro desayuno “take-away” (un huevo duro, distintos bollitos, un plátano y un sandwich de queso) y el taxista ya estaba esperándonos.
La verdad es que en 5 minutos llegamos al puerto, no había tráfico ni semáforos, pero está lejos para llegar andando. Vendedores de mantas te reciben al bajar del taxi, hace frío en el puerto a estas horas!

Bajamos unas escaleras de piedra, atravesamos un gran barco y saltamos al nuestro. La zona para “turistas” está en el piso de arriba, separada por una cuerda, donde colocan unas sillas de plástico. El resto de los pasajeros, van sentados en corros por el suelo. Cuando llegamos, muchos ya estaban en el barco y dormían.
Más tarde, durante la travesía, nos acercamos a la gente y todos te dedican una gran sonrisa 🙂

barcomandalay

El barco empezó a moverse e inmediatamente vimos los primeros stupas y pagodas doradas. Muy cerca aun del puerto, se pasa bajo dos grandes puentes de acero que tienen un bonito efecto al amanecer.

tranqulidad

El río es ancho, pero en esta época del año es poco profundo y por eso un marinero va comprobando con un palo largo, la profundidad del agua. Es fácil quedarse encallado en la arena.

barco

Ya empieza a calentar, tímidamente, el sol. El paisaje ahora nos deja ver cabañas de paja y zonas de huerta y mientras pasábamos, pensamos ¿cómo será la vida aquí durante la época de lluvias cuando el río sube de nivel!!?
Son las 9 de la mañana y he hecho amistad con la señora y un chico del bar. Me senté allí un ratito, en el banco delante de la barra y la gente me sonreía. El chico me ofreció una taza de té mientras me preguntaban de dónde era, cuántos años tenía y si tenía hijos. La señora me dijo que ella se bajaba en “Mimu” que no iba hasta Bagán. Vendía bizcochos caseros!

téen-el-barco

Llegamos a la primera parada!!

El viaje ha continuado tranquilo y lento. Hemos hecho otro par de paradas y siempre subía gente del pueblo, que ya esperaba en la orilla, con cestas y cajas de mercancías que cargaban en el barco o que querían vender (dulces fritos tipo truchas, plátanos, pinchitos hechos con bolas , no sabemos bien de qué, y en la punta un trozo de lima…) Se acercan tímidamente. Nosotros aprendimos a decir “Hing-in, Ding ba de” !! (No, gracias)

bollitos

Suben y bajan del barco a través de dos tablas, digamos poco estables, de madera, pero se mueven todos juntos en fila y saltan incluso de una a otra, con los trastos en la cabeza. Es emocionante ver como esperan al barco, miran con curiosidad, saludan,  y siempre sonrientes y elegantes, a pesar de la pobreza que es patente y los problemas de salud que también se notan.

tablas

Durante el trayecto hemos tenido tiempo para leer, escribir, dormir y acercarnos a nuestros compañeros de viaje y compartir sonrisas!!

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Poco a poco el barco se vacía, y ya quedamos pocos hacia Bagán.
Parece que hará otra parada en un cruce de afluentes, en un pueblo con un puerto grande. Vemos un cartel, se llama Pakoko. Aquí subieron dos chicas que vendían paños “hechos a manos” (en teoría) y cuando les avisaron que tenían que bajar, se quedaron negociando con una señora americana el cambio de paños por perfumes, champú, esmalte de uñas,…, cualquier cosa, qué coquetas!! al final, no podían ni siquiera hacer “auto-stop” porque ya el barco se había alejado del pueblo, así que nos acompañaron hasta Bagán y decían que mañana regresarían!

trueque

Hasta llegar a Bagán, ya cerquita, disfrutamos del hermoso atardecer rosa,

rosa

y hablamos con las chicas, nuestras profesoras, que nos enseñaron distintas palabras:

Mingalabá: ¡hola!
Jódé: si
Mojobú: no
Yesubée: gracias
Plalaulé: ¿cuánto cuesta?
Eindáa: baño
ninilé: cerca
siamá: profesora
aichú: loco

Sobre las 19h llegamos al puerto. Estaba oscuro. Compartimos un taxi-furgón con cuatro chicos franceses. Antes de acompañarnos a los hoteles, nos hicieron bajar en la “parada obligatoria” en la oficina donde pagar los 10$ para entrar en la – Bagan Archaeological Zone – Te dan una tarjetita que hay que conservar durante la estancia, porque la piden en algunos templos.

Y llegamos a nuestro hotel, el
Aung Mingalar Hotel
(habitaciones silenciosas y básicas y con personal bastante distraido. Lo mejor, el buffet del desayuno)