6 y 7/12/2005

Tras dejar Buenos Aires y los barrios de la periferia, pasamos por largas carreteras hasta llegar al peaje. Se nos hizo de noche, con un cielo estrellado precioso. Pusieron una peli, pero yo caí frita y me parece que Daniele no tardó demasiado en dormirse. Por la mañana, sobre las 10 abrimos los ojos y nos encontramos con… “la nada”, con el llamado “vértigo horizontal”.

nada

Explanadas inmensas de pastos, grupitos de vacas, y ya está. Todos estos terrenos, sin la mínima ondulación, estaban cercados con una pequeña valla de espinos. También vimos los raíles abandonados del tren. Sólamente atraviesa toda la superficie una estrechita carretera de dos carriles, uno de ida y otro de vuelta, por la que vamos. El cielo es impresionante, parece de mentira y haría las delicias de más de un pintor.

Llegamos a Viedma, donde la guagua hizo una pausa, pero solo vimos la entrada de la ciudad y la primera rotonda, luego continuamos el viaje.

Tras una horita y pico llegamos a San Antonio Oeste. Calles derechitas, estrechas, casas bajas, los niños saliendo de la escuela (como habían estado de huelga, las clases se alargan hasta el 17 de diciembre, según nos contó después el taxista). Un poco destartalado. A unos 16 Km. de aquí, está el pueblo de “Las Grutas”

calle-las-grutas

que es nuestro destino, así que buscamos un taxi que nos llevó hasta el primer hotel al que habíamos llamado, pero no nos gustó, así que fuimos al segundo. Se llamaba Hotel Mirador del Golfo. Está  frente al mar y sale 105 pesos (en el año 2005). La habitación es buena y la cama dura se agradece tras el viaje en guagua!

Dejamos los trastos y fuimos a dar un paseito. El pueblo se extiende a lo largo de la playa, que es de arena clara, con unas cuevas, llenas de “loritos”.

loritos

Sí, sí, hemos leído que se llaman Loreos Barranqueros y que son los más grandes del país.  Tienen colores brillantes, amarillos y azules. Habían algunos carteles hecho por los niños que decían “No tirar piedras a los loros!”

Ahora empieza la temporada veraniega, así que están preparando el pueblo. Todos se alquila. Hay muchos locales, un casino y hasta una gran discoteca.

Para comer fuimos al “Ángel Azul”, que preparaba empanadas y bocadillos de milanesa que eran una bomba! Los vendían por Kilos. Nosotros le pedimos 2 y media docena de empanadas. Nos miró extrañados y luego entendimos el por qué, eran enoooormes! La mitad se quedó para la cena.

Encontramos un local con Internet que salía 1,5 pesos, pero iba lento. Después volvimos al hotel y descansamos.

Al día siguiente nos levantamos reposaditos, escuchando el sonido del mar. Tras la ducha fuimos a desayunar (tostadas, croissants, emrmelada y dulce de leche, todo muy rico)

Tenemos que ir a cambiar los billetes del bus que compramos ayer. En lugar de en Rawson, hemos decidido bajarnos en Puerto Madryn, porque seguro que desde allí será más fácil encontrar excursiones para la Península de Valdés. Luego iremos a la estación.

Dimos un paseito por la playa. Es impresionante ver la bajada de la marea. Lo que ayer cubría el mar, hoy se han formado charquitos donde se baña la gente.

vista-de-las-grutas

Como queremos ver la subida de la marea, nos hemos sentado en una terraza a contemplar el paisaje, escuchar el mar, disfrutar del fresquito y escribir este diario!

escribiendo-el-diario

El horizonte es rarísimo, parece el decorado de un teatro. Para nosotros el día es fresco, pero hay familias enteras que se están bañando. 😮

dia-de-playa

Buscando algo para comer, vimos a tres chicos que salían con cara de satisfechos de una cafetería, así que entramos, se llamaba “Rojas Rotisería”. Era un local muy familiar. Queríamos algo más “light” así que pedimos los tagliatelle con carne. Mamma mia, casi no me los acabo, estaban riquísimos, pero era un plato enorme.

Como no queríamos volver al hotel, seguimos con nuestro paseo. Visitamos la Biblioteca Municipal. El chico que estaba allí era muy amable y nos la enseñó muy contento. Nos explicó los tipos de carné que habían, y nos contó que todas las tardes se llenaba de niños porque estudiaban allí. Nosotros nos detuvimos en la primera parte, la zona dedicada a la Patagonia. Tenía algunos libros curiosos, sobre la historia, la evolución de la zona, las leyendas. Como por ejemplo “Leyendas de la Patagonia” de Julia Saltzmann. Ed. Planeta 2000, BsAs.

Por la noche empezaba el Festival de Artesanía. Habían montado dos carpas grandes llenas de pequeños stand. Había un poco de todo, productos locales (mermeladas, conservas y escabeches, vestidos, bolsos de cuero), stand de turismo, también de diversos productos como colchones, o pinturas. Había mucha gente. Fuera había un escenario donde estaba actuando un grupo de 20 chicos, tocando canciones populares con sus guitarras. También vimos al bibliotecario que colaboraba con una TV local.

Paseando por la feria y para terminar el día, nos compramos un helado. Hay algunos gustos que no conocíamos, como Don Pedro (que lleva whisky y nueces) o el de crema americana (una especie de crema de leche con vainilla).

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