Si quieres viajar a la época del Romanticismo, visita Recanati. Pasear y respirar el perfume de la poesía, y perderte entre sus calles donde parece que el tiempo se ha parado. Recanati es la ciudad natal de uno de los mejores poetas de esta época, Giacomo Leopardi.

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Y es que Recanati es la ciudad de la poesía. Sus plazas, sus calles, sus colinas, recuerdan a los poemas del célebre poeta. Recanati, está situado a pocos kilómetros de Ancona, en la región de Las Marcas (le Marche), con hermosas vistas a la costa adriática.

vistas-recanatiNada más llegar a Recanati nos encontramos con el Monte Tabor, un sugestivo lugar conocido como Colle dell’Infinito, que inspiró al poeta para escribir su poesía titulada “L’Infinito”, que compuso con sólo 21 años. En este parque se encuentra el Centro Mundial de la Poesía y de la Cultura, donde se realizan convenios y variadas manifestaciones culturales. Por eso no es de extrañar que Recanati sea candidata a ser la Capital Italiana de la Culura en el 2018. Nos sentamos bajo los árboles, disfrutando del tiempo para leer esta hermosa poesía.

L’Infinito

Siempre amé esta colina solitaria,
y esta espesura que me oculta en parte
esa línea final del horizonte.
Mas, mirando a lo lejos, imagino,
más allá de estás frondas,
espacios insondables, sobrehumanos silencios,
y una quietud tan honda
que calma y estremece.
Y al oír, dentro de este silencio infinito,
el susurro del viento entre las plantas,
pienso en la eternidad y en los tiempos que han muerto,
y en el presente vivo, que hoy me deja su música.
Y en esta inmensidad se abisma el pensamiento,
y naufragar en este mar me es dulce.

A pocos minutos caminando desde el Colle dell’Infinito, llegamos a la Piazzuola del Sabato del Villagio, título de otro conocido poema de Leopardi y donde se encuentra la Casa Museo Leopardi, propiedad de la familia, que todavía reside en ella.

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Por eso sólo se puede visitar la Biblioteca, que custodia más de 20.000 volúmenes, colección iniciada por el padre del poeta, Monaldo Leopardi.

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El museo organiza visitas guiadas y con un número máximo de 30 personas. La entrada cuesta 7 € y merece la pena. No está permitido sacar fotos. Visitando las salas, es fácil entender como vivían Leopardi y sus hermanos y la estricta educación que seguían. Debido a las excesivas horas de estudio, al poeta se le había originado una joroba y por eso no le gustaba estar en público. Aún así podemos imaginarlo mirando por una de las ventanas una tarde de un sábado, momento que describe en su espléndido poema “Il sabato del villaggio”

Sábado en la aldea“.

A la puesta del sol, la alegre niña
torna de la campiña
con su haz de yerba y el florido ramo
en que lucen al par violeta y rosa,
y que, inocente, apresta
para adornar gozosa
pecho y cabellos al llegar la fiesta.
A par con la vecina
siéntase a hilar en el umbral la anciana
volviendo el rostro al astro que declina,
y se transporta a la estación lejana
cuando, aún fresca doncella,
danzaba al terminarse la semana,
con sus amigas de la edad más bella.

El aire se obscurece,
se matizan de azul los horizontes,
y descienden las sombras de los montes
cuando la luna cándida aparece.
La torre de la villa
la fiesta anuncia, y sus alegres sones
bajan a confortar los corazones.
Sobre la plaza la vivaz cuadrilla
de rapaces gritando
y aquí y allí saltando,
alza rumor que anima y alboroza;
mientras silbando el labrador regresa
y sentado a su mesa
con el descanso que prevé, se goza.

Cuando el silencio con la sombra crece
y toda luz fenece,
oigo el martillo que tenaz golpea
en el taller, do el oficial se afana
por dejar terminada la tarea
antes de que despunte la mañana.

Este es de la semana
el más hermoso y el postrero día.
Mañana tornarán fastidio y pena,
y a la habitual faena
cada cual volverá como solía.

¡Jovencillo gracioso!
Tu dulce edad florida
es como un día de alborozo lleno,
día claro y sereno,
que precede a la fiesta de tu vida.
¡Goza, gózalo pues! Edad de flores,
suave estación es esta:
nada más te diré; pero no llores
si se retarda tu anhelada fiesta.

En la Plaza también se encuentra la Iglesia de Santa Maria in Montemorello que es del siglo XVI y la Casa de Silvia, una campesina que falleció muy joven. El poeta le dedica una maravillosa poesía en la que reflexiona sobre la vida.

“A Silvia”

¿Todavía recuerdas
de tu vida mortal, Silvia, aquel tiempo,
en el que la beldad resplandecía
en tus ojos huidizos y rientes,
y alegre y pensativa, los umbrales
juveniles cruzabas?

Resonaban las calmas
estancias, y las calles
vecinas con tu canto inagotable,
mientras a las labores femeniles
te sentabas, dichosa
de aquel vago futuro de tus sueños.
Era el mayo oloroso: y tú solías
pasar el día así.

Yo los gratos estudios
tal vez dejando y los sudados pliegos,
que mi temprana edad
gastaban y de mí la mejor parte,
en los balcones del hogar paterno
escuchaba el sonido de tu voz
y tu mano ligera
recorriendo la tela fatigosa.
Miraba el cielo calmo,
los dorados caminos y los huertos,
y allá el lejano mar, y allá los montes.
Lengua mortal no dice
lo que mi alma sentía.

¡Qué dulces pensamientos
que esperanzas, qué pálpitos, oh Silvia!
¡Cómo la vida humana
y el hado contemplábamos!
Cuando recuerdo tantas ilusiones,
me abruma un sentimiento
acerbo y sin consuelo,
y me vuelve a doler mi desventura.
Oh tú, naturaleza,
¿por qué no das después
lo que un día prometes? ¿por qué tanto
engañas a tus hijos?

Antes que el frío arideciera el prado,
de extraña enfermedad presa y vencida,
moriste, oh mi ternura, sin que vieras
las flores de tu edad;
no alegraba tu alma
el dulce elogio o de las negras trenzas
o de tu vista esquiva y amorosa;
ni contigo en las fiestas las amigas
de amoríos hablaban.

También murieron pronto
mis dulces esperanzas: a mis años
también les negó el hado
la juventud. ¡Ah, cómo,
cómo pasaste, cara compañera
de mi primera edad,
mi llorada ilusión!
¿Es este el mundo aquel? ¿estas las obras,
el amor, los sucesos, los placeres
de los que tanto entre los dos hablábamos?
¿esta es la suerte de la raza humana?
Al llegar la verdad
tú, mísera, caíste: y con la mano
la fría muerte y la desnuda tumba
de lejos señalabas.

Otra visita aconsejable es la pequeña Iglesia de San Agustín, de finales del SXIII y entrar al claustro del Convento contiguo, desde donde podemos ver la torre del campanario, conocida como Torre del Passero Solitario, que aparece en otra de las poesías de Leopardi.

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Después volvimos hacia la Piazza central donde está el Palazzo Comunale. Esta plaza es amplia, de forma rectangular y con una imponente estatua del poeta en el centro. A un lado podemos ver la Torre Civica. Nos pareció agradable sentarnos un rato a observar el movimiento de la gente y así terminar nuestra visita.

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Un lugar estupendo para dormir en la zona es el Agriturismo Country House Il Raggio Verde. Se trata de un B&B de gestión familiar, donde podrás degustar además platos de la cocina típica ya que proponen productos caseros de óptima calidad.