Valladolid, en la Península del Yucatán, fue nuestra primera parada después de dejar Tulum a nuestras espaldas.

Su nombre recuerda a la homónima ciudad española, y es que fueron los conquistadores españoles quien la bautizaron. Nada más dejar los trastos en la habitación, pedimos unas bicis, que por cierto son “sin frenos”, y fuimos a descubrirla.

Primero fuimos hacia el Cenote Zaci. Había gente disfrutando de un baño y nosotros pasamos un buen rato observando esta maravilla de la naturaleza. Por el camino nos detuvimos ante la Iglesia de San Servasio, con sus dos altos campanarios. Delante de la Iglesia se encuentra el Parque Francisco Cantón Rosado, centro de la ciudad, con restaurantes, talleres de artesanía o el Palacio Municipal con la Casa de la Cultura, a su alrededor.

Muy cerca está la bonita calle colonial llamada Calzada de los Frailes. No es muy larga y une la zona de la Catedral con el ex-Convento de San Bernardino de Siena. Es una calle adoquinada y con casas bajas de colores a ambos lados.  Aquí cenaríamos por la noche, degustando una riquísima cochinita pibil.

El ex-Convento de San Bernardino, construido por los franciscanos, se encuentra en el barrio de Sisal. Su construcción fortificada también es uno de los símbolos de la ciudad y un lugar familiar muy agradable.

Valladolid además es una ciudad estratégica por su situación ya que está muy cerca de zonas arqueológicas famosas como son Chichén Itzá, que visitaríamos en los días siguientes o Cobá, en la que hicimos una parada antes de llegar.

Cobá era una de las ciudades más grandes del período clásico maya y es que tenía dos pequeños lagos que abastecían de agua dulce a su población, de ahí el nombre Cobá, siempre relacionado con el agua “agua agitada”, “agua con musgo”. Su pirámide Nohoch Mul es la más alta de la Península del Yucatán. Tienes que ser atrevido para subirla, ya que cuesta un poquito. Te aconsejamos alquilar una bici antes de emprender los largos caminos hacia los restos arqueológicos.

Y a menos de 30 km al norte de la ciudad se encuentra la zona arqueológica de Ek-Balam que quiere decir  “el jaguar negro”. Fue interesante visitar sus 45 estructuras entre ellas un juego de pelota o una acrópolis.