El río Po cruza todo el norte de Italia, desde Pian del Re, en Piamonte, hasta el Mar Adriático. Por eso es el río más largo dentro del territorio italiano. Lo podemos encontar mientras visitamos ciudades importantes como Turín, Pavía, Cremona o Plasencia.

Cuando llega al mar, a su delta, se divide en 7 ramas, formando una especie de abanico, cada uno con su paisaje y su flora y fauna característicos.

El Delta del Po es un Parque natural de alto valor ambiental declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1999. Recorriendo esta zona nos hemos dado cuenta de como el hombre ha sabido adaptarse a este terreno, aprendido a conservarlo y a respetar sus lagunas.

Todo el Parque se puede recorrer en coche, pero también en barca, bici, a pie o a caballo. Siguiendo una de las excursiones o de los itinerarios propuestos, se descubre este sugestivo lugar. Los amantes de las aves también se divertirán. Muchas especies vuelven aquí año trás año como los flamencos rosa y muchas más que nosotros desconocemos pero que son muy llamativas.

La naturaleza que nos rodea junto a la atmósfera del lugar, con una luz ténue y una ligera niebla, convierten al Delta del Po en un lugar que nos parece mágico. El horizonte mezcla el cielo y el agua en una poesía de colores.

Otra buena excusa para visitar esta zona es probar su cocina, una cocina simple que mezcla lo que le ofrece la tierra y el agua que la rodea. No puedes marcharte sin haber probado el pescado como la lubina o la anguila, pero sobre todo los mejillones. Y todo acompañado de un poco de achicoria. No te resultará difícil encontrar estas especialidades en las “trattorie” típicas de la zona como ésta donde nos paramos nosotros.

Para dormir elegimos Crespino, un pueblo cercano. Nos alojamos en una antigua casa rural del 1800, en casa de Elisa. Pero el territorio está lleno de pueblitos, ricos de tesoros y que conservan este ambiente campesino proprio de la zona.