¿Sabes cuál es la ciudad con mayor número de obeliscos?

Se trata de Roma que cuenta con más de trece obeliscos, entre egipcios, copias de época romana, y obeliscos modernos como el del EUR, que decoran las principales plazas de la ciudad. El primer emperador que decidió colocar un obelisco en la ciudad fue Augusto y su ejemplo lo seguirían numerosos emperadores posteriores. La función que tenían no era tanto decorativa como ocurre en la actualidad, sino que se trataba de un “botín de guerra”, mostraba el poder y la fuerza del Emperador y de su Imperio.

Después serían los Papas los que quisieron transportar sus obeliscos a Roma. El primero fue Sisto V en 1585 que junto a su arquitecto de confianza, Domenico Fontana, transformarían el aspecto de la ciudad, con grandes avenidas y puertas, que no sólo permitirían el transporte y la colocación de los obeliscos, sino que favorecía la llegada de los peregrinos a la ciudad y les ayudaban a reconocer las Iglesias.

Aquí os vamos a enseñar 5 de estos Obeliscos, aunque, poquito a poco, continuaremos con el resto.

Empezamos la vuelta por el Obelisco Vaticano, situado en la Piazza San Pietro. Mide 25,37m. Es de origen egipcio, lo trajo a Roma Calígula en el 37 dC y fue colocado en el circo de Nerón.

La historia de su transporte y colocación en la plaza, en 1586 parece una leyenda. Cuentan que Sisto V emanó un decreto prohibiendo interrumpir los trabajos o hacer ruido, quería el máximo silencio y sólo era posible escuchar el sonido de las trompetas.

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Obelisco Flaminio. Es un obelisco egipcio que mide casi 24m. Es obra de Ramses II (1279aC). Lo trajo a Roma Augusto en el 10aC y lo colocó en el Circo Massimo.

Sería después Sisto V quien lo colocaría en 1585 en el lugar actual, en la Piazza del Popolo, cerca de la Porta Flaminia en las murallas Aurelianas. Era una zona periférica de la ciudad, entrada de los peregrinos que venían del norte, pero también de reyes y personalidades, por lo tanto ha tenido siempre una función de representación, de teatro. Por ejemplo en carnaval se hacían carreras de caballos, siguiendo la via del Corso hasta llegar hasta la Piazza Venezia. La via del Corso que es la única calle de la ciudad que ha conservado el aspecto de la antigua via romana.

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Obelisco Agonale (Piazza Navona)

El conjunto que forman el obelisco (16,5m) más la base, la fuente de los 4 ríos (¿Sabes cuáles son? Se trata del Ganges, del Danubio, del Río de la Plata y del Nilo) realizada por Bernini, alcanza los 30,17 m.

Sigue el modelo de los obeliscos egipcios e incluso se copian los jeroglíficos. Provenía del Circo di Massenzio, situado en la via Appia y fue el papa Inicencio X quien lo recuperó y lo colocó en Piazza Navona en 1651. En lo alto fue colocado una paloma para simbolizar al Espíritu Santo que se difunde por los cuatro cotinentes conocidos. Aunque simbolizaba también a la familia Pamphili.

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Obelisco de la Minerva

Se trata del obelisco más pequeño de Roma, 5’45m, aunque alcanza los 12’69m si contamos la base, donde está situado el elefantito. Fue levantado en 1667 sobre la curiosa base que como hemos dicho tenía forma de elefante y que fue diseñada por  Bernini. Da la espalda al exconvento de los Domenicos conocidos por su fervor contra los heréticos. Por eso aparece el siguiente texto inciso en la roca, idea del papa Alessandro VII Chigi, quien había solicitado el Obelisco:

Spientis aegypti

inscultas obelisco figuras

ab elephanto

belluarum fortissima

gestari quisque hic vides

documentum intellige

robustae mentis esse

solidam sapientiam sustinere

En pocas palabras diría que “se requiere una mente fuerte para soportar una inteligencia sólida

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Obelisco Macutteo (enfrente del Panteón en Piazza della Rotonda)

Mide 6’34m y es de la época de Ramsés II. Fue transportado a Roma por Domiciano, que lo colocó como decoración del Campo del Iseo (templo dedicado a la diosa egipcia Isis) junto al obelisco de Minerva y el de la Dogali. Encontrado en 1373 en piazza San Macuto, de ahí su nombre, fue el Papa Clemente XI quien mandó colocarlo frente al Panteón en 1711 sobre la fuente de Giacomo Della Porta.

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