Trieste no te dejará indiferente. Esta bonita ciudad de la región italiana de Friuli-Venezia-Giulia, a pocos kilómetros de Eslovenia, nada tiene que ver con la imagen “típica” de una ciudad italiana, caótica y ruidosa. Es todo lo contrario, una ciudad silenciosa, ordenada y llena de cafeterías donde resguardarse los meses más fríos cuando sopla la “Bora“, un viento frío que alcanza rachas fortísimas.

La llegada en coche a la ciudad ofrece una hermosa panorámica, ya que al estar en alto, se puede apreciar toda la ciudad y su puerto en la parte más baja, frente al mar Adriático. En esta bahía, el segundo domingo de octubre, se realiza la famosa regata llamada la Barcolana, una de las regatas con mayor participación internacional.

Bajando poco a poco hacia el centro de la ciudad atravesamos calles y plazas amplias con edificios cuya arquitectura desvelan un pasado de dominaciones noreuropeas.

Una vez dejadas las mochilas, fuimos a recorrer la ciudad.

Primera parada “obligatoria”, la Piazza dell’Unità d’Italia, frente al golfo de Trieste y rodeado por importantes edificios como el Palazzo del Comune, Palazzo Stratti o el Palazzo Modello, llamado así porque sirvió de edificio “modelo” en momentos de restructuración de la ciudad.

En la plaza se encuentra también la Fontana dei Quattro Continenti, construida a mitad del SXVIII, con representaciones de Europa, Asia, África y América, los 4 continentes conocidos hasta el momento.

Justo enfrente de la plaza se puede pasear por el “Molo“, un dique donde los jóvenes de la ciudad se reunen y van a charlar o leer.

Te aconsejamos pasear por la zona de San Giusto, la más antigua de la ciudad, caracterizada por estrechas callecitas, muchas tiendas y locales. En la parte alta está el Castillo de San Giusto, pero tienes que tener buenas piernas para subir porque las cuestas son pronunciadas. A ambos lados de las callecitas nos llamó la atención unos pasamanos para apoyarse, que sirven de ayuda cuando sopla la “Bora”. En la zona de San Giusto está también la catedral, que data del SXV.

El Canal Grande es una zona muy animada. En este canal las naves podían descargar sus mercancías. Ahora queda frente a la iglesia de San Antonio y no lejos de la iglesia ortodoxa. En uno de sus puentes, el Ponte Rosso, se encuentra una simpática escultura de James Joyce, escritor enamorado de la ciudad. El escritor llegó a la ciudad en 1904 y se quedó, por grandes períodos, hasta 1920.

El Museo Revoltella, una galería de arte moderno fundado en 1872 por el barón del mismo nombre que a su muerte donó sus bienes a la ciudad. Por el camino, encontrarás, otra escultura de tamaño real, de uno de los padres de la novela psicológica, el literato italiano Italo Svevo, en la Piazza Hortis, cerca de la Biblioteca Cívica de la ciudad que acoje el Museo Sveviano

No te pierdas el teatro romano de la ciudad, que está muy bien conservado y que se remonta al siglo I d.C.

Otra visita curiosa es subir en el tranvía que lleva a Opicina. Un antiguo tranvía que recorre unos 5km hasta llegar a la parte alta de la ciudad, desde donde se pueden disfrutar de hermosas vistas. Debido a la empinada ladera a la que tiene que hacer frente, el tranvía viene enganchado a una maquinaria que ayuda a subirlo cuesta arriba y lo mantiene cuesta abajo.

Nos despedimos de Trieste, una ciudad que mira hacia el mar, llena de cultura, y con el toque nostálgico de una ciudad de frontera.