Hoy vamos a visitar el Glaciar Perito Moreno.

Estamos tan contentos y emocionados que hemos llegado a la estación a las 8.30!! Nos pusimos delante del bus para poder ver el paisaje. Nos queda una horita larga de trayecto, son unos 80 km de distancia. La carretera hasta el parque es buena, se va viendo el lago Argentino, que es el más grande de Argentina, y las montañas nevadas, todo muy bonito. Y de repente, ¡¡aparecen los primeros trozos de hielo flotando por el lago!! Ya estamos cerquita.

Cuando llegamos a la entrada del parque subió una muchacha a controlar las billetes. Además habían obras, así que se montó un poquito de cola. Tardamos otros 20/25 minutos en llegar. Pero llegamos, llegamos, qué emoción!!! Lo tenemos justo enfrente y no de lejos como lo vimos hace unos kilómetros, desde la conocida como “Curva de los suspiros“. Es fantástico 😉

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Está todo preparado para el acceso de la gente, con escalinatas y pasarelas. Nosotros nos fuimos parando en los distintos miradores a disfrutar del paisaje y de los apróximadamente 200 km2 de glaciar.

El glaciar, como va avanzando en lugar de retroceder, alcanza la orilla y va formando un puente o arco, a la izquierda de los miradores y períodicamente, cuando ya está muy cargado, se rompe, produciendo un gran estruendo y un espéctáculo único, sobre todo si se tiene la suerte de disfrutarlo en directo. En YouTube hay muchos vídeos que recogen ese momento.

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Llegamos sobre las 11h y el bus de regreso era a las 16h, así que estuvimos allí todo el día y se nos pasaron las horas volando.

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Es impresionante el ruido que hacen los trozos de hielo cuando caen al agua, o simplemente cuando crujen, parece una tormenta, un ruido intenso, aunque el trozo parezca pequeño.

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Quisimos quedarnos y volver en la guagua de las 20h, pero el chófer no nos dejó, para no comprometer al otro conductor por si no tuviera espacio. “Ooooh, vale, volvemos a El Calafate!” Bueno, para consolarnos vimos que unas nubes negras estaban llegando y que seguro se puso a llover.

Al llegar nos organizamos la cena comprando cositas en el súper, buscamos Internet (en aquella época nos pedían entre 4 y 6 pesos. No era muy rápido, pero alguna fotillo mandamos) y llamamos a Río Gallegos para reservar el hotel (llamar también sale muy caro) y después fuimos a descansar como dos niños chicos, emocionados del día que habíamos pasado.